viernes, 5 de diciembre de 2008

jueves, 27 de noviembre de 2008

El Opus Dei en «La Puta de Babilonia», Fernando Vallejo


Dotados por Gregorio IX de su novedoso principio jurídico del inocente culpable, y del más variado instrumental de tortura y misericordia que para salvar almas les permitía asfixiar, quebrar huesos y quemar vivo al prójimo aunque sin derramar sangre, los secuaces de Domingo de Guzmán se entregaron entonces a su obra pía de mentir, calumniar, torturar, expropiar, robar y matar que los mantuvo ocupados cinco siglos. Domini canes los llamaban: "perros del Señor". De testa rapada, orejas alertas, ojos vigilantes, belfos lujuriosos, dientes filudos y las patas al aire enfundadas en sandalias de las que se asoman dedos sarmentosos y con garras, los Domini canes visten hábito blanco con mantón y capuchón negros, y llevan por cinturón un burdo lazo o soga que también les puede servir, en caso de apuro, para ahorcar. De la ingle les cuelga un pene y del cinturón un rosario; el pene no los deja vivir, el rosario los entretiene. Las pinturas antiguas nos los representan enarbolando un crucifijo con facies de enajenados. ¡Qué va! Son mansos como el tigre de Bengala. Pero ay, no es fácil verlos, quedan pocos, son especie en extinción. En la lucha por la supervivencia sus feroces competidores los jesuitas (a los que en años recientes se han venido a sumar los nuevos grandes cazadores de herencias del Opus Dei) los han venido exterminando. La selección natural, que es implacable como la Inquisición, no perdona.

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No hay como la raza hispánica. A nosotros nos debe el papado tres tesoros: los dominicos, los jesuitas y el Opus Dei. Lacayos y esbirros como éstos, ¿dónde va a encontrar Su Santidad?

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Malo como dominico, falso como jesuita, calculador como arpía del Opus Dei.

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Tengo ante mí en este instante la edición del Nuevo Testamento de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, salida de la vagina sucia del Opus Dei. Esta asociación delictiva, estafadora de viudas, cómplice de los poderosos, obra tartufa de la España cerril del beato Escrivá de Balaguer, hoy domina al Vaticano, Babilonia Roma, en cuyo trono de San Pedro sienta sus puercas nalgas la Gran Puta.

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Voy a probarle en seguida a la Puta, de aperitivo, que Lucas no escribió los Hechos de los Apóstoles según me lo dice por boca de sus lacayos del Opus Dei de la Universidad de Navarra. Hay una frase de Juan Bautista que citan con ligeras variantes los Hechos de los Apóstoles y los cuatro evangelios. Si el evangelista Lucas fuera también el autor de los Hechos de los Apóstoles, la frase en cuestión tendría que ser exactamente igual en este libro y en su evangelio. Pero no hay tal. Lucas coincide con los tres restantes evangelistas (pese a que uno de ellos, Juan, proviene de una tradición muy distinta a la suya) mucho más que con los Hechos. En las cinco citas que siguen pongo en griego entre paréntesis los sustantivos y verbos, que son las palabras que tienen peso semántico y que cuentan para efectos de una comparación.

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¿Y cuándo se ha visto a un mentiroso que diga que miente? ¡Ah engatusador desvergonzado de nariz ganchuda, endriago engendrado por tu padre y parido por tu madre, limosnero precursor del Opus Dei, en qué círculo de la gehenna o infierno o Hades te estarás quemando para ir con estas manos indignadas a echarle leña a tu hoguera!

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A los del Opus Dei les recomiendo que no publiquen más Biblias porque son espadas de doble filo, bumerangs que se pueden volver contra ellos. No hay peor enemigo de la Biblia que la Biblia y de los evangelios que los evangelios, y no hay mejor refutación de Cristo que sus palabras y sus hechos. Bien hizo la Puta en mantener las Sagradas Escrituras durante toda la Edad Media, mil doscientos años, protegidas del vulgo ignaro por el latín y resguardadas en los monasterios. El pueblo está para dar limosna y para servir de esclavo. Y el papa, que tiene las llaves de San Pedro para entrar al cielo, es el rey de reyes, el emperador de este mundo.

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Y he aquí lo que opina del asunto San Efrén (que de niño mató a pedradas a una vaca pero al que apodaban "arpa del Espíritu Santo"): "El castigo de Dios contra Ananías y Safira no sólo fue porque robaron y escondieron lo robado, sino porque no temieron y quisieron engañar a aquellos en los que moraba el Espíritu Santo, que todo lo sabe" (Catena armenia sobre los Hechos de los Apóstoles), Así que según la Puta limosnera, hablando por boca de este malnacido santo, uno puede robarse lo que le pertenece. Y en su "Homilía sobre los Hechos de los Apóstoles" San Juan Crisóstomo comenta: "No se podía pasar a la ligera la falta, era necesario eliminar la gangrena antes de que infectara todo el cuerpo". San Agustín por su parte opinaba que el castigo de Dios a Ananías y Safira fue simplemente el de la muerte temporal, no la reprobación eterna. Y he aquí el comentario de la Biblia del Opus Dei: "Con su actitud hipócrita, Ananías y su mujer manifiestan su avaricia y sobre todo su vanagloria, y el castigo fue de una comprensible severidad en un momento fundacional lleno de auxilio divino y de especial responsabilidad. Este relato es una prueba más de cómo detesta Dios la hipocresía. Ante ella se aprecia por contraste el valor de la virtud de la veracidad, que tiende a la fiel manifestación de la verdad para que ésta reine siempre y en todas partes y se eviten la falsedad y la mentira" (Nota a los Hechos de los Apóstoles, páginas 102 y 103). Hoy en día los del Opus Dei son los grandes lacayos de la Puta. Lograron lo que parecía imposible, ¡desbancaron a la Compañía de Jesús! "A cada capillita le llega su fiestecita", dicen en Monterrey. Y sí. También le llegará un día su día a la Puta.

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Los tejemanejes de este cardenal son dignos de Marcinkus. En Medellín convirtió el Seminario Mayor en centro comercial y a los del cartel les andaba vendiendo la Universidad Pontificia Bolivariana. Se miraba en fino espejo de cristal de roca y se perfumaba. Cuando lo iban a encanar puso pies en polvorosa y huyó a Roma donde lo acogió Juan Pablo II que lo hizo presidente del Consejo Pontificio para la Familia, que es donde hoy sigue. Muerto Wojtyla este purpurado amante del dinero y las delicatessen jugó un papel decisivo en el último cónclave. Cuando la balanza se inclinaba hacia el argentino Bergoglio, que se perfilaba ya como el primer papa latino-americano, intervino mi paisano orinando billete verde del Opus Dei, de a millón por cabeza, y convenció a varios de la región que se cambiaran al alemán. Por eso Ratzinger ganó y hoy tenemos un Benedicto XVI en vez de un Gardel I.

-¿Y cómo lo sabe, compadre, quién se lo contó?

-El Espíritu Santo, ¿eh? El Paráclito me lo contó.

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Al tartufo cazador de herencias y estafador de viudas José María Escrivá de Balaguer, fundador de la secta franquista del Opus Dei y más perverso y tenebroso él solo que toda la Compañía de Jesús junta, lo canonizó.

viernes, 10 de octubre de 2008

Así Llegó A Ser Papa Ratzinger

Juan Pablo II protegió a Marcinkus y a Sindona, como habría de proteger también al gran paidófilo mexicano padre Marcial Maciel, el del jardín florido que tanto envidio, y a mi paisano el cardenal Alfonso López Trujillo, orgullo de Colombia. Los tejemanejes de este cardenal son dignos de Marcinkus. En Medellín convirtió el Seminario Mayor en centro comercial y a los del cartel les andaba vendiendo la Universidad Pontificia Bolivariana. Se miraba en fino espejo de cristal de roca y se perfumaba. Cuando lo iban a encanar puso pies en polvorosa y huyó a Roma donde lo acogió Juan Pablo II que lo hizo presidente del Consejo Pontificio para la Familia, que es donde hoy sigue. Muerto Wojtyla este purpurado amante del dinero y las delicatessen jugó un papel decisivo en el último cónclave. Cuando la balanza se inclinaba hacia el argentino Bergoglio, que se perfilaba ya como el primer papa latino-americano, intervino mi paisano orinando billete verde del Opus Dei, de a millón por cabeza, y convenció a varios de la región que se cambiaran al alemán. Por eso Ratzinger ganó y hoy tenemos un Benedicto XVI en vez de un Gardel I.

-¿Y cómo lo sabe, compadre, quién se lo contó?

-El Espíritu Santo, ¿eh? El Paráclito me lo contó

Fernando Vallejo, La puta de Babilonia (Planeta, 2007).